FRENTE A DOS REFLEJOS (DIAVANTI A DUE REFLESSIONI)

 Que porqué está el título también en italiano? Secreto personal. 

Cuento de dos finales. Ustedes escojan cuál le gusta o ajusta más. 

Cada paso dado era un estrato nuevo en su nivel de desfallecimiento y agonía. Sabía ella que el camino por el que arrastraba dolorosamente los pies era una elección deliberada y personal, pero el arrepentimiento competía con la sed y el hambre que mordisqueaban sin pena su organismo. 

Porqué permití que me pase todo esto…?

Recordó la imponente anchura del sendero y la sutil belleza de sus detalles adornantes, otorgando una atmósfera cargada de expectativas y de aventura emocionante, así como todos los que la empezaron a acompañar. Risas y palabras de aliento la rodeaban y fue su combustible por buena parte del trayecto. 

La añoranza. Extraño tanto esos momentos felices. 

No se dio cuenta cuando una de las voces amigas calló. Tampoco notó a la segunda, ni la tercera, ni la cuarta. Ella estaba centrada en seguir avanzando. En seguir, seguir seguir. Aún notaba el toque cálido de sus seres queridos. O era el propio calor de su cuerpo, quemando reservas para seguir andando, pues la amigable planicie se fue haciendo más y más empinada, forzando su respiración y haciéndola gotear sudor amargo por todo su cuerpo?

Agua. Muero de sed. Quisiera un vaso de agua tan sólo.

Ya cuando una áspera oleada ventosa la golpeó y de un latigazo enfrió su cuerpo evaporando el sudor, notó un gélido escalofrío estremecerla, sin un atisbo de refresco o descanso. Y al cesar el vendaval, el silencio chorreante llenó sus oídos. Volteó y no vio más que su sombra. En qué momento? Cuándo la abandonaron? Y por qué ahora ascendía por un estrecho borde, con un hórrido abismo de lado y lado que la llamaban traviesos a tropezar y caer? Cuándo…

Sola. Estoy sola. Pero no puedo detenerme. No debo.

Y así continuó, acompañada sólo de oscuridad, silencio, hambre, frío y dolor. Las ganas de soltar llanto eran más fuertes que su deseo de terminar con todo y tomar la salida más fácil. Y abruptamente su camino cesó ante dos gigantescos espejos.

Quién? Qué? Soy yo? O acaso…

Ambas superficies plateadas mostraban un arremolinado caótico, antojo de neblina podría decirse. Ella debió frotar sus ojos, pues ninguno mostraba bien el reflejo de ella como debía. Aguarda! Ya surgen las formas, lo que debía reflejarse. Y quedó perpleja. 

Quién de las dos?

Una de ellas mostraba una rostro luminoso del amor que irradiaba, tanto de sus ojos como de su expresión. Su sola sonrisa gritaba un “te amo con el alma” que hacía innecesario cualquier voz. Sus manos abiertas invitaban a un abrazo lleno de calidez, capaz de curar heridas de cuerpo y alma, con el mismo efecto que el abrazo de una madre. Sintió ella alivio de sus cargas con verla. Y sonrió también. 

Pero la sonrisa se congeló al ver el otro reflejo. Pues refulgiendo con tonos violáceos venenosos, su imagen contraria despedía tal repulsión y desprecio desde su mirada que se supuso posesa del demonio más pérfido. Parecía que los labios iban a partirse de la tensión otorgada por esa mueca repleta de asco y odio. Faltaba sólo que escupiera sobre ella. 

Este contraste. Al final del camino. Pero yo buscaba otra…

Ambas imágenes empezaron a golpear con fuerza los portales de cristal. 

La misma fuerza e ímpetu estaba presente en ambos reflejos, ambas versiones de su propia alma, a pesar de la violencia de sus golpes, sonoros como truenos, las emociones plasmadas en sus rostros no variaron un ápice. Hasta que una telaraña de grietas empezó a aparecer de cada una de las superficies. Más y más, hasta que en un argentino estrépito, ambas versiones de ella salieron de sus espejos. Radiante y tenebrosa. Frente a frente. 

¡¡ELLA ES MÍA!!

El alarido de cada una hizo encogerla de terror. No quería, pero lo quería. No lo había escogido, pero lo había buscado. Esa paradoja, esa contradicción, la llevó hasta ahí. Abrió los ojos y presenció que, tras pretender agarrarla fallidamente, se enfrascaron en una batalla feroz y descomunal. 

Y se dio cuenta que ella decidiría cuál de las dos iba a ganar. A quién le concedería la victoria? A quién dejaría desintegrarse en derrota? La duda la devoraba. 

Final 1

RADIANTE

Ella presenció el duelo entre luz y sombra, amor contra odio. Ambas fuerzas equiparadas, y que sólo ella tenía el poder de alterar la balanza y otorgar la victoria. Pues cada golpe, cada ataque, si bien titánico y avasallador, era contrarrestado en una defensa férrea o un contraataque certero. 

Así pues decidió apostar por el lado luminoso de su alma. Deseó amar y ser amada, disfrutar del goce de la estimación, de flotar extasiada en el soplo del hálito bondadoso. Tan pronto formuló ese anhelo, escuchó un rugido agónico, pues su lado radiante se había impuesto con un tremendo golpe en el centro del pecho, penetrando y destrozando a la versión oscura, lavando la niebla tóxica violácea con chorros de luz cegadora. Con un último aullido espantoso, la criatura oscura sublimó en mil estrellas tenues que gradualmente se desvanecieron. 

Ganó. 

Sorprendida al ver que en ningún momento, y aun bajo los furibundos ataques de su contraparte, la expresión amorosa de su reflejo no cesó un solo segundo. Estando sumida en esa elucubración no notó cómo se acercó la radiante hasta estar frente a ella. Sólo atinó a sonreír con timidez mientras su ego la estrechó con sus brazos transfundiendo una calidez que le llenó hasta la última célula de su cuerpo. Tan exquisita era la sensación que sus ojos cerrados le impidieron ver la cercanía y posterior fusión de las dos bocas, abriéndolos atónita por el dulzor del beso absoluto. La cascada de ternura saliendo de cada caricia de ella le hizo cerrar los ojos nuevamente, en plena aceptación. Era como si su otra yo se volviera un bálsamo líquido, tibio, fragante, que iba absorbiendo por piel, nariz, boca, lenta y plausiblemente; en un éxtasis exquisito. 

Cuando volvió a abrir los ojos, ya se había ido. O tal vez no. Pues podía sentirla palpitando dentro de ella. Aunque la negrura la envolvía entre los marcos de los espejos rotos, ella sentía exudar luz. Completamente llena, decidió emprender el regreso. 

Sólo volteó y se vio nuevamente rodeada de sus queridos, en su hogar. Pero ni siquiera había dado un paso! Comprendiendo todo, echó a reír con una alegría que no había sentido en mucho tiempo. 

“Es cuando el verdadero camino se despliega ante ti. Ya sabes qué hacer, amor mío”. 

Escuchó ese susurro en su oído y no se detuvo a indagar quién lo dijo. Lo sabía perfectamente. Así que aferró sus pinceles, sus colores y sus tintas, e inició un caminar jubiloso. Todos lo iban a saber. Todos lo iban a disfrutar. 

Final 2

DESGARRO

Yo no me merezco esto…

Ella dejó que sus dudas, sus miedos y sus reclamos personales por decisones pasadas alimenten a su ego venenoso. Bastó tan sólo un par de segundos de pensamientos nocivos para que el ente sombrío rompiera la guardia con fuerza triplicada a su contraparte radiante, para luego aferrarla por el cuello, y haciendo gala de un sadismo exquisito, una ramificación afilada brotó de la mano libre, procediendo a perforar, acuchillar y laminar la corporeidad. Y con toda la horrenda tortura, la expresión amorosa de la radiante no varió, pero gruesas lágrimas empezaron a brotar de sus ojos, antes que el filo oscuro los pinche y reviente. 

No…NO…NOOOOO!!!!!

El grito suplicante proferido sólo alimentaba la fuerza de la versión cruel y odiosa, quien ya no necesitó aferrar a su presa, pues ambas manos transmutadas a sables daban estoques brutales que levantaban por momentos a su adversaria, mientras la luz tibia iba cada vez haciéndose más débil. Pedazos de carne desprendidas con salvajismo formaban una alfombra espeluznante en el piso, colmando de horror a la original quien no dejaba de presenciar la inminente victoria. Ya sólo quedando medio torso y unos remanentes de cabeza de toda la masacre, la que recibió la fuerza se aburrió. Con un gesto despectivo arrojó la carcasa vacía y de un pisotón lo que quedaba de la cabeza estalló en un complejo de gotas y jirones. 

Para posar luego su atención en la original. 

Ella luchaba desesperadamente por levantarse y huir, pero lo único que se movía era el fluir de su orina, que empapaba sus pantalones, estando ella sentada con las manos aferrando su cabeza. El frío que había sentido anteriormente podía compararse con una brisa veraniega, comparado con el congelamiento de sus intestinos que aumentaba con cada paso de su oscura contraparte. Sin ningún esfuerzo, con los ojos dementes y una sonrisa sádica y feroz, levantó a su nueva presa del piso y posó sus labios sobre ella. 

Por favor… por favor… yo… yo no quería… yo… yo sólo quería…

Los pedidos de piedad que emanaban de su mente eran acallados a bofetones por el rudo posar de la boca de la maligna, que los sintió helados y con un sabor repulsivo, al punto que una náusea violenta la agitó de arriba abajo. Y esa fue la sensación más placentera que pudo recibir. 

Pues acto seguido, notó que el hálito de odio de la rabiosa le invadió desde la tráquea a los pulmones y posteriormente a todo su cuerpo. Como mil, diez mil, cien mil agujas de veneno congelado que fueron a posarse y atravesar cada célula de su cuerpo, ocasionando un padecimiento supremo, un dolor que quemó y desgarró más allá de su tolerancia. Y el piadoso desmayo estaba negado por completo. 

Y finalmente, mezclando el infierno sensitivo con un horror inconmensurable, vio la boca que la besó contra su voluntad abrirse en una espantosa hilera de dientes como taladros, que se cerraron sobre su rostro, comenzando una labor diabólica de triturar, absorber, triturar, absorber, triturar, absorber, triturar, absorber, triturar, absorber. 

Sintiendo cada una de las acciones. 

Hasta que fue por completo devorada. 

Y una espantosa carcajada con un escaso timbre femenino se liberó. Pero nadie pudo escucharla. 

Y en ese momento, el universo se convirtió en un lugar más triste, sombrío y mísero; pues perdió su más bello tono azul, un puro y refulgente cyan…

Para siempre.

Versión en italiano. 

Ogni passo fatto era un nuovo strato nel suo livello di svenimento e agonia. Sapeva che il cammino che stava dolorosamente trascinando era una scelta deliberata e personale, ma il rimpianto gareggiava con la sete e la fame che mordicchiavano senza pietà il suo corpo. 

Perché ho lasciato che mi succedesse tutto questo...?

Ricordava l'imponente ampiezza del sentiero e la sottile bellezza dei suoi dettagli ornati, conferendo un'atmosfera carica di anticipazione e di emozionante avventura, così come tutti coloro che iniziarono ad accompagnarla. Risate e parole di incoraggiamento la circondavano e la alimentavano per gran parte del viaggio. 

Il desiderio. Le mancavano così tanto quei momenti felici. 

Non si accorse quando una delle voci amichevoli tacque. Né si accorse del secondo, o del terzo, o del quarto. Era concentrata sull'andare avanti. Continuate, continuate. Sentiva ancora il caldo tocco dei suoi cari. O era il suo stesso calore corporeo, che bruciava le riserve per continuare a camminare, mentre la pianura amica diventava sempre più ripida, forzando il suo respiro e facendole gocciolare sudore amaro su tutto il corpo?

Acqua. Sto morendo di sete. Vorrei solo un bicchiere d'acqua.  

Già quando un'ondata ruvida e ventosa la colpì e con una frusta le raffreddò il corpo, facendo evaporare il sudore, sentì un brivido di freddo gelido attraversarla, senza un accenno di refrigerio o di riposo. E quando la tempesta cessò, il silenzio gocciolante riempì le sue orecchie. Si voltò e non vide altro che la sua ombra. A che ora? Quando era stata abbandonata? E perché ora stava salendo uno stretto bordo, con un abisso frastagliato su entrambi i lati che la chiamava maliziosamente a inciampare e cadere? Quando...

Da solo. Sono solo. Ma non posso fermarmi. Non devo.

E così continuò, accompagnata solo dal buio, dal silenzio, dalla fame, dal freddo e dal dolore. La voglia di piangere era più forte del suo desiderio di farla finita e di prendere la via più facile. E bruscamente il suo cammino si fermò davanti a due specchi giganteschi.  

Chi? Cosa? Sono io? O è ....

Entrambe le superfici argentate mostravano un vortice caotico, una foschia capricciosa si potrebbe dire. Deve essersi strofinata gli occhi, perché nessuno dei due mostrava il suo riflesso come avrebbe dovuto. Aspettate! Già emergono le forme, ciò che dovrebbe essere riflesso. Ed era perplessa. 

Quale dei due?

Una di loro mostrava un volto luminoso d'amore che irradiava, sia dai suoi occhi che dalla sua espressione. Il suo sorriso da solo gridava un "ti amo con l'anima" che rendeva inutile qualsiasi voce. Le sue mani aperte invitavano ad un abbraccio pieno di calore, capace di guarire le ferite del corpo e dell'anima, con lo stesso effetto dell'abbraccio di una madre. Si sentiva sollevata dai suoi fardelli alla sua vista. E anche lei ha sorriso. 

Ma il sorriso si bloccò quando vide l'altro riflesso. Perché risplendendo di velenosi toni violetti, la sua immagine opposta emanava dal suo sguardo una tale repulsione e disprezzo che si supponeva posseduta dal demone più perfido. Sembrava che le sue labbra stessero per spaccarsi per lo sforzo dato da quella smorfia piena di disgusto e odio. Non gli restava che sputarle addosso. 

Questo contrasto. Alla fine della strada. Ma stavo cercando un altro...

Entrambe le immagini iniziarono a colpire i portali di cristallo con forza. 

La stessa forza e lo stesso slancio erano presenti in entrambe le riflessioni, entrambe le versioni delle loro stesse anime, nonostante la violenza dei loro colpi, che suonavano come tuoni, le emozioni sui loro volti non cambiavano di una virgola. Finché una rete di crepe ha cominciato ad apparire da ogni superficie. Sempre di più, fino a quando in un clangore argenteo, entrambe le versioni di lei uscirono dai loro specchi. Radioso e ombroso. Faccia a faccia. 

È MIA!!!

L'urlo di ciascuno la fece rabbrividire di terrore. Non l'aveva voluto, ma lo voleva. Non l'aveva scelto, ma l'aveva cercato. Quel paradosso, quella contraddizione, l'ha portata lì. Aprì gli occhi e vide che, dopo aver fallito nell'afferrarla, erano impegnati in una battaglia feroce e massiccia. 

E si rese conto che sarebbe stata lei a decidere quale dei due avrebbe vinto. A chi avrebbe concesso la vittoria? Chi avrebbe lasciato che si disintegrasse nella sconfitta? Il dubbio la divorava. 

RADIANTE

Ha assistito al duello tra luce e ombra, amore e odio. Entrambe le forze sono uguali, e solo lei ha il potere di alterare l'equilibrio e concedere la vittoria. Per ogni colpo, ogni attacco, anche se titanico e travolgente, è stato contrastato con una strenua difesa o un preciso contrattacco. 

Così ha deciso di scommettere sul lato luminoso della sua anima. Desiderava amare ed essere amata, godere della gioia della stima, fluttuare estaticamente nell'alito del respiro gentile. Non appena ebbe formulato quel desiderio, sentì un ruggito agonizzante, perché il suo lato radioso si era affermato con un tremendo colpo al centro del petto, perforando e frantumando la versione oscura, lavando via lo smog violaceo con flussi di luce accecante. Con un ultimo orribile ululato, la creatura oscura si sublimò in mille deboli stelle che gradualmente si spensero. 

Ha vinto. 

Sorpreso di vedere che in nessun momento, e anche sotto gli attacchi furiosi della sua controparte, l'espressione amorevole del suo riflesso non cessò per un solo secondo. Essendo immersa in quell'elucubrazione, non si accorse di come la radiosa si avvicinò finché non fu di fronte a lei. Riuscì solo a sorridere timidamente mentre il suo ego l'abbracciava con le sue braccia, trasfondendo un calore che riempiva ogni cellula del suo corpo. La sensazione era così squisita che i suoi occhi chiusi le impedirono di vedere la vicinanza e la successiva fusione delle due bocche, aprendoli storditi dalla dolcezza del bacio assoluto. La cascata di tenerezza che veniva da ogni sua carezza gli fece chiudere di nuovo gli occhi, in piena accettazione. Era come se il suo altro sé stesse diventando un balsamo liquido, caldo, profumato, che lui assorbiva attraverso la pelle, il naso, la bocca, lentamente e plausibilmente; in un'estasi squisita. 

Quando riaprì gli occhi, non c'era più. O forse no. Perché poteva sentirlo pulsare dentro di lei. Anche se l'oscurità la avvolgeva tra le cornici degli specchi rotti, sentiva la luce trasudare. Completamente piena, ha deciso di tornare indietro. 

Si è solo voltata e si è trovata di nuovo circondata dai suoi cari, a casa. Ma non aveva fatto nemmeno un passo! Comprendendo tutto, scoppiò a ridere con una gioia che non provava da molto tempo. 

"È allora che il vero cammino si dispiega davanti a te. Sai cosa fare, amore mio". 

Ha sentito quel sussurro all'orecchio e non si è fermata a chiedere chi l'avesse detto. Lo sapeva perfettamente. Così ha stretto i suoi pennelli, i suoi colori e i suoi inchiostri, e ha iniziato una passeggiata giubilante. Lo avrebbero saputo tutti. Tutti si sarebbero divertiti.

 RIP

Non mi merito questo...

Ha lasciato che i suoi dubbi, le sue paure e i suoi rancori personali per le decisioni passate alimentassero il suo ego velenoso. Ci vollero solo un paio di secondi di pensieri nocivi perché l'entità oscura rompesse la guardia con forza triplicata sulla sua controparte radiosa, poi l'afferrò per il collo, e con squisito sadismo, una ramificazione tagliente spuntò dalla mano libera, procedendo a trafiggere, pugnalare e affettare la corporeità. E con tutta l'orrenda tortura, l'espressione amorevole della radiosa non cambiò, ma dense lacrime cominciarono a sgorgare nei suoi occhi, prima che la lama scura li pungesse e li facesse scoppiare. 

No...NO...NOOOOOOOOOOO!!!!!

Il grido di supplica emesso non fece altro che alimentare la forza della versione crudele e odiosa, che non aveva più bisogno di aggrapparsi alla sua preda, mentre entrambe le mani si trasmutavano in sciabole e sferravano colpi brutali che sollevavano il suo avversario di momento in momento, mentre la luce calda si affievoliva sempre di più. Pezzi di carne selvaggiamente staccati formavano un tappeto inquietante sul pavimento, riempiendo di orrore gli originali che non cessavano di assistere all'imminente vittoria. Con solo mezzo torso e pochi resti di una testa rimasti dell'intero massacro, il destinatario della forza si annoiava. Con un gesto sprezzante lanciò la carcassa vuota e con un colpo secco ciò che restava della testa esplose in un complesso di gocce e brandelli. 

Poi ha rivolto la sua attenzione all'originale. 

Lottò disperatamente per alzarsi e scappare, ma l'unica cosa che si muoveva era il flusso della sua urina, che le inzuppava i pantaloni, mentre sedeva con le mani che le stringevano la testa. Il freddo che aveva sentito prima poteva essere paragonato a una brezza estiva, in confronto al congelamento delle sue viscere che aumentava a ogni passo della sua controparte oscura. Senza sforzo, con occhi dementi e un sorriso feroce e sadico, sollevò la sua nuova preda dal pavimento e posò le sue labbra su di lei. 

Per favore... per favore... io... non volevo... io... volevo solo...

Le suppliche di pietà che emanavano dalla sua mente furono schiaffeggiate fino al silenzio dalla ruvida posa della bocca del maligno, che aveva un sapore gelido e ripugnante, al punto che una violenta nausea la scosse su e giù. E quella era la sensazione più piacevole che potesse ricevere. 

Infatti, subito dopo, sentì il respiro odioso del rabbioso invaderla dalla trachea ai polmoni e poi a tutto il corpo. Come mille, diecimila, centomila aghi di veleno congelato che andavano ad appollaiarsi e a trafiggere ogni cellula del suo corpo, causando una sofferenza suprema, un dolore che bruciava e strappava oltre la sua tolleranza. E il pio svenimento fu negato del tutto. 

E infine, mescolando l'inferno sensibile con un orrore incommensurabile, vide la bocca che l'aveva baciata contro la sua volontà aprirsi in una orribile fila di denti simili a trapani, chiudersi sul suo viso, iniziando un diabolico lavoro di stritolare, succhiare, succhiare, succhiare, succhiare, succhiare, succhiare, succhiare, succhiare, succhiare, succhiare, succhiare, succhiare, succhiare, succhiare. 

Sentendo ogni singola azione. 

Finché non è stata completamente divorata. 

E si sprigionò un grido spettrale dal timbro scarsamente femminile. Ma nessuno poteva sentirlo. 

E in quel momento, l'universo divenne un luogo più triste, più tetro, più miserabile; perché perse la sua più bella tonalità di blu, un puro, ridente cianuro.

Per sempre.


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